
Me gustaría hacer una reflexión que, estoy seguro, más de un vecino de esta ciudad también se habrá hecho, y con ello me gustaría despertar alguna conciencia, desde este humilde, pero no por ello menos digno, puesto de vecino que me ha tocado vivir.
En estos días de principios de junio, hemos recibido en nuestras casas carta del Excelentísimo Ayuntamiento. Como siempre, y antes de abrirla, nos esperamos el consabido desembolso ya que las cartas de nuestro amado Concejo no suelen ser felicitaciones de onomástica o cosa similar pero, como sufridos contribuyentes y buenos vecinos, nos disponemos simplemente a constatar el antes citado pago. Pero este año nos reservaba el destino una ingrata sorpresa. Con gran estupor nos encontramos que el Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica había subido nada menos que 26 euros con respecto al ejercicio del 2004. Tras un primer momento de enfado, dado que la subida no es moco de pavo, pasamos a la fase de tranquilidad, pensando que seguramente se deba a un error, fase que retorna al inicial enfado tras comprobar en las conversaciones de la calle que, efectivamente a todos nos toca pagar las casi 5.000 de más.
Aquí, precisamente es donde me planteo el momento de reflexión. Analicemos a qué puede responder la subida. Una ciudad no se mantiene de buenas intenciones, de eso estamos todos seguros. Pero el proceso normal de las cosas es, primero acceder a servicios para los ciudadanos, y después subir los precios. Aquí primero suben los precios y los servicios son los mismos. Perdón, miento. Las plazas de aparcamiento aumentan... pero en zona O.R.A. O sea, vuelta a pagar. Me reservaré para mis adentros la expresión popular que se utiliza en estos casos. Eso si, las nuevas plazas son con hermoso adoquinado tradicional aunque paradójicamente el aspecto de otras calles no sea muy adecuado, y no me voy a centrar en ninguna, porque por toda la ciudad las encontramos y no se parecen a la en estas fechas tan nombrada Plaza de
Con esto, la reflexión que lanzo al aire, sobre todo a los regidores municipales es la siguiente: ¿creen ustedes que este aumento desmedido de los impuestos municipales (luego vendrá el agua, la contribución, etc.) está en consonancia con la política de promoción del empadronamiento en la ciudad?. Yo creo que no basta con poner carteles en el consistorio diciéndonos que hay que empadronarse para poder acceder a servicios de ciudades de más de 20.000 habitantes. Estas últimas medidas creo que darán unos resultados adversos, como que mucha gente que nos habíamos empadronado en la ciudad, aun no siendo benaventanos, decidamos retornar administrativamente a nuestros pueblos para ahorrarnos unos durillos. ¿Es triste?. No lo sé, pero al menos debería hacerles repensar las cosas.
Un vecino de Benavente (de momento).
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